2 de enero de 2010

EL CÓDIGO INEXISTENTE

Quienes sigan este blog habrán visto que las últimas entradas recogen algunas propuestas de regeneración de la vida política y propuestas de acción para afrontar la lacra de la corrupción surgidas desde diversos ámbitos de la vida civil (Transparencia Internacional, Círculo de Economía de Mallorca, diario El Mundo, etc). Lamentablemente no hemos podido incluir el supuesto Código Ético que se nos dice han suscrito los partidos del Pacte de Govern porque no ha sido hecho público.

Los ciudadanos nos merecíamos otra cosa. Desde luego nos merecíamos que hace tiempo se hubieran adoptado medidas para prevenir la corrupción y evitar que se vuelva a dar una multiplicidad de casos como los que han contribuido a vaciar las arcas de la Comunidad Autónoma cuando más necesitábamos que estuvieran llenas. Las iniciativas deberían haber surgido y en abundancia hace mucho tiempo. Por el contrario ha habido que esperar a una nueva crisis del Pacte de Govern (la enésima) para que se intentara maquillar una salida más o menos en falso (ahí tenemos el cacao del Ayuntamiento de Palma) vendiéndonos el supuesto Código Ético como “precio” pagado por los socios de Gobierno para continuar todos sentados en sus sillas. Lamentable. Que se nos venda la honradez en el ejercicio de sus cargos concretada en una especie de Código difuso como un añadido que nos ofrecen para continuar gobernando cuando es el mínimo que debe presidir la actuación de cualquier político y que deben garantizar en todo momento (con las normas legales que sean precisas) es creer que aún estamos en la dinámica de algunas películas antiguas de “gran hombre blanco (ellos) camela a indígena (nosotros) con espejitos y cuatro baratijas”.

Si esto es malo, peor es lo que ha venido después. El texto del supuesto Código no se ha hecho público y por tanto deliberadamente se ha sustraído su cumplimiento al control de la ciudadanía. Señores, en Derecho lo primero que se aprende es que las normas han de ser públicas. Y los compromisos con la ciudadanía también, digo yo, porque si no ¿cómo vamos a saber quien los cumple o no los cumple? El secretismo sobre el contenido de este texto es el que está permitiendo que el Sr. Nadal se ampare en él para afirmar que como es cargo electo y no cargo político no le afecta y no debe renunciar a su cargo como regidor en el Ayuntamiento de Palma (más aún, sostiene que si se mantiene en dicho cargo es por lealtad a los ciudadanos, aunque intuimos que la voluntad de los ciudadanos es precisamente la contraria y que por ello más lealtad mostraría al dimitir). Aparte de la perplejidad en que nos sume esta distinción que efectúa el Sr. Nadal entre políticos y electos (de llevarse al extremo significaría aceptar la hipótesis de que un concejal es libre para robar hasta el mismo momento en que por su ingreso en prisión le resulte materialmente imposible, mientras que un director general al primer día de declarar como imputado debe dimitir) lo cierto es que la gente de la calle no tenemos elementos para saber si el Sr. Nadal tiene razón y el Código ya se parió desde el principio con incoherencias e insuficiencias o no, porque se nos ha hurtado su contenido. En fin, a nuestros efectos es el Código inexistente. Y lo peor es que por ello mismo para algunos afectados también.